La Federación de
Gremios de Editores de España ha realizado la compilación de unos quince
encuentros sobre edición en el que varios editores han comentado de su
experiencia en la edición literaria en España. Una de las voces que se
escucharon fue la de Beatriz de Moura, editora y fundadora de Tusquets
Editores. Durante el seminario la editora contó sobre su experiencia en la
creación de su propia empresa, de los desafíos que eso conlleva y de las dificultades que debió sortear con el transcurso del tiempo.
La naturaleza de
la innovación en una editorial literaria, según la editora, podrían resumirse
en tres puntos claves que para ella son de gran relevancia: lo que distingue a
una editorial literaria de otra, la actividad que desarrolla y las razones que
conducen a ciertos editores a encaminarse hacia las editoriales literarias y
crecer en ellas.
Una editorial
literaria se distingue del resto de las editoriales por su actividad vital e
intelectual de sus editores, esas personas comprometidas con en el quehacer
cultural de la sociedad, que reflexionan sobre sus mecanismos y sobre sus consecuencias.
Para el editor literario lo más importante es el ejercicio de su profesión, esa
ardua tarea de elegir, investigar y determinar si aquellos libros que está
buscando concuerdan con su colección. Se va perfilando con la práctica en su
propio recorrido intelectual cada vez que adquiere mayor ojo crítico y
experiencia. Es esa persona que va entendiéndose con el autor mediante un proceso
de reciprocidad, de confianza, de complicidad en la que ambos se ven
beneficiados. El editor literario es, además, independiente, necesita trabajar para
expresarse siguiendo su línea de pensamiento, abstrayéndose de las imposiciones
y exigencias del mercado que le impiden desarrollarse. En España esta es una de
las causas que más afecta a la creación de editoriales ya que el mercado impone
un rendimiento comercial de corto plazo.
De Moura ha enfrentado periodos de
penuria, como ella lo llama, “momentos de desasosiego, de rabia y hasta de indignación”,
pero la editorial ha podido salir a flote gracias a los momentos indispensables
de toma de decisiones, manteniendo sus respectivas líneas editoriales.
Por otra parte el
editor se enfrenta a su doble, al
empresario que ellos no pueden dejar de lado y que se niegan a conocer. Para
poder desarrollarse independientemente deben imponerse ellos mismos en cada
toma de decisiones, reconocer sus límites y sus propias condiciones. De Moura,
hace énfasis en las actividades que nunca debería hacer una editorial literaria,
puesto que en líneas generales las demás actividades que desarrollan no difieren
de las editoriales de otra naturaleza. Nunca ha de contratarse un libro sin
leerlo o solo porque su autor haya ganado un premio importante, como así
tampoco porque creamos que será un éxito comercial. Contratar un libro que no
encaje en la línea editorial, producir un libro traducido sin haberlo revisado,
sin haber supervisado su corrección y su diseño, como ofrecer sumas exageradas
de dinero, son algunas de las actividades que deben tener presente los editores
para no caer en ellas a la hora de llevar adelante su empresa literaria. En contraposición,
lo que los editores literarios independientes y rigurosos (ELIR) deben
enfrentar, es el desafío y el riesgo que implica seguir su instinto de publicar
a autores inéditos, de reincidir en su publicación, de seguirles la pista, de
rescatar a autores que han quedado en el olvido y por el motivo que fuere se
han dejado de comercializar sus obras. Esta es una de las características diferenciadoras
de dichos editores, tanto como el impulso que tienen de hacer llegar a los
lectores esa sed de conocimiento, de acercarles una obra que ellos tanto
admiran y en la cual se reconocen.
Beatriz de Moura
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