Los manuscritos iluminados también llamados ilustrados,
eran manuscritos decorados con letras capitales, con bordes y miniaturas en sus
páginas realizadas con oro y plata. Los más antiguos que subsisten pertenecen
al período que va del año 400 al 600 d. C. realizados en Italia, España e
Irlanda, mayormente.
La ilustración de los manuscritos se inició en el Antiguo
Egipto hacia el 2000 a. C. con el Libro
de los muertos, realizado por encargo de los faraones, nobles o sacerdotes
en él se hallaban las oraciones e
instrucciones sobre lo que debían hacer los difuntos una vez alejados de la
vida terrenal. Se representaban los momentos más importantes del ritual de
entierro, embalsamiento, pasaje simbólico del alma y presentación ante Osiris.
Libro de los muertos, el juicio de Osiris, representado en el papiro de Hunefer (1275 a. C.) |
La importancia de los manuscritos no solo radica en su valor
artístico e histórico sino también porque permitían mantener el complicado
alfabetismo medieval. Muchos de ellos fueron creados a la manera de códices,
otros fueron enrollados y otros no tuvieron más que el tratamiento para
convertirlos en pliegos. Los de mayor importancia tenían la mejor calidad en el
soporte, fabricados con papel vitela, caracterizado por su delgadez, su lisura
y durabilidad, eran hechos con piel de becerro (o de otros de animales recién
nacidos o no nacidos, llamados papel vitela uterino) debía ser mojada,
someterse a un proceso con cal y ser esquilada, luego secada a temperatura ambiente
bajo tensión.
Papel vitela (año 1638) |
A principio de la Baja Edad Media (Siglo XI-XV) los
manuscritos comenzaron a ser elaborados en papel, con decoraciones en el margen
y dejando espacio para realizar miniaturas, pero la introducción a la imprenta contribuyó
a que la ilustración de los manuscritos se viera afectada y aunque continuaron
elaborándose a principios del siglo XVI, las cantidades fueron más escasas,
solo se hacían para los adinerados.
En cuanto a la elaboración, luego de determinar la
configuración de la página, indicando el lugar para la letra capital, los
bordes, miniaturas y demás ornamentos que se pudieran agregar, la pagina era
marcada con una varilla puntiaguda para que posteriormente el copista se
encargara de la escritura del texto, que era lo primero que se colocaba, y
luego los iluminadores o ilustradores pudieran realzar el manuscrito con los
detalles que el autor considerara apropiado. Cada uno de ellos era único puesto
que se realizaban por encargo.
Libro de Horas de Enrique VIII (izq) La sagrada familia, Libro de Horas de Catalina de Cleves Siglo XV (der) |
Très Riches Heures du Duc the Berry |
El texto estaba agrupado por cada hora litúrgica, de ahí
el nombre que recibieron. Con el tiempo se fueron enriqueciendo con elementos
útiles como los calendarios religiosos o seculares. Los textos se centraban en la recitación y el
canto de un número determinado de salmos: Las horas Marianas (Oficios de
veneración a la Virgen María) incluye los quince salmos de Grados; El Oficio de
los muertos, incluye los siete salmos penitenciales y la Letania de los santos.
Eran leídos en varias horas del día denominadas: laudes (aurora), prima (siete
de la mañana), prima (tres de la tarde), víspera (anochecer) y noche
(completa).
Uno de los libros de horas medievales más famoso y con más
ilustraciones es el Très Riches Heures du
Duc the Berry, iluminado entre los años 1412 y 1416 por los hermanos Van
Limburg en Francia.